Luchando contra la orfandad provocada, porque todos tenemos derecho a vivir en familia
- Alianza Solidaria
- 12 may 2016
- 3 Min. de lectura
A finales de agosto de 2013, muy cerca de la zona selvática de Perú, en una comunidad rural humilde, la madre de Pilar[i] dio a luz a su hija estando sola en su domicilio. Como ella, muchas mujeres de las zonas rurales dan a luz en sus casas, y el personal médico estatal tiene la obligación legal de atenderlas y realizar un seguimiento de su situación. Pero aquel día, ningún personal médico del centro más cercano la atendió. Y la madre de Pilar falleció, dejando a su esposo viudo y con siete hijos más.
Fue entonces cuando la juez del juzgado mixto de la zona, decidió hacerse responsable del cuidado de Pilar, probablemente dando por hecho que su padre, un hombre de la zona rural con siete hijos más de entre 2 y 18 años a su cargo, no se encargaría adecuadamente del cuidado de la niña. Durante cinco meses, el padre de Pilar viajó más de una hora hasta la ciudad donde se encontraba la juez, para visitar a su hija.
En Febrero de 2014, la juez acudió a la Casa-Hogar, pidiendo el ingreso de Pilar, alegando que el padre de la niña deseaba renunciar a su hija y darla en adopción.
Acogimos a Pilar, aunque entre los documentos aportados por parte de la juez, no existía un informe socio-familiar y económico de la familia.

Un mes después, en Marzo de 2014, sin previo aviso, el padre de Pilar vino a la Casa-Hogar, asegurando que no había sido informado del traslado de su hija, y que él nunca había querido darla adopción.
Pasadas unas semanas, recorrimos las 14 horas de distancia que separan la Casa-Hogar del pueblo de la familia de Pilar, para conocer la situación y realizar un informe detallado. Nos encontramos con una familia humilde y trabajadora, que como tantas otras que viven en las zonas rurales de Perú, se dedica a la ganadería y agricultura a nivel doméstico. Tanto el padre como sus hermanos, asisten desde hace años a una pequeña comunidad evangélica en su pueblo. Uno de los mayores deseos de los hermanos de Pilar es poder recuperarla.
Desde entonces, hemos buscado todas las opciones posibles para la reinserción familiar de Pilar. Incluso encontramos a una vecina de la familia, dispuesta a apoyar a cambio de una compensación económica, pero la juez no ha aceptado ninguna de las propuestas.
Nadie, ni la juez, ni otras instituciones de la zona, han actuado para mejorar la situación social y económica de la familia, y conseguir así el regreso de Pilar.
El Código del Niño y Adolescente del Perú, en su capítulo X, Artículo 248, establece que: La falta o carencia de recursos materiales en ningún caso da lugar a la declaración del estado de abandono, pero en este caso, parece ser que la situación económica de la familia es la principal causa de separación.
Aunque el pasado mes de Febrero parecía que iba por fin a salir la sentencia judicial, aún estamos esperando, seguimos sin respuesta.
El padre de Pilar ha venido a visitarla en la Casa-Hogar cada dos o tres meses, viajando 14 horas, y realizando un gran esfuerzo económico.

Pero Pilar ya tiene dos años y medio, y en la última visita estaba asustada y distante en relación a su padre, algo tristemente normal, teniendo en cuenta que su relación con él es muy escasa. Cada día que pasa, su familia y la cultura rural de la sierra son más desconocidas para ella. Actualmente su mundo, sus lazos afectivos, están ya en Huaraz, en la Casa-Hogar.
Por favor, orad por la pronta resolución de esta situación y por nosotros, que Dios nos ayude a saber cuál es la mejor manera de ayudarla.
Cada niño de la Casa-hogar tiene su propia historia y su propio drama, gracias a la colaboración de muchos, podemos brindarles ayuda y esperanza. ¿Quieres formar parte de sus vidas? ¡Únete al grupo 137!

[i] Hemos cambiado el nombre real de las personas en la redacción.
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